Géneros Comunes de Ciliados de Ambientes Dulceacuícolas de México: Guía de Identificación
Rosaura Mayén Estrada, Mireya Ramírez Ballesteros, Daniel Méndez Sánchez, Jazmín Aristeo Hernández, Carlos Alberto Durán RamírezEn el mundo microscópico hay organismos que siempre llaman la atención del observador
y muchas veces son rápidos destellos que pasan por el campo visual, con
lo que apenas podemos anotar sus detalles. Mientras que las microalgas iluminan
el campo con sus colores, sus múltiples formas, su pasividad o al menos sus movimientos
relativamente lentos, hay otros que pasan rápidamente o aparecen fijos
en el campo y cuando uno trata de observar con detalle, brincan o se alejan a toda
velocidad y no es fácil encontrarlos nuevamente. Siempre nos enfrían el entusiasmo
de hallar algo novedoso. En la mayoría de los casos se trata de ciliados de vida
libre; estos organismos, por su estructura, movimiento y en ocasiones coloración,
son para todos los observadores del microscopio una distracción segura de la otra
tarea que realizaba.
Tratar de conocerlos no es sólo una cuestión de paciencia, también se requiere
de un entrenamiento previo en varias disciplinas biológicas para interpretar adecuadamente
lo que se observa al microscopio. Por ello es importante que su observación
esté debidamente guiada por especialistas y estudiosos experimentados
que permitan al mismo tiempo, disfrutar y aprender de esa observación. Esos
especialistas guiarán al neófito por detalles que en otros ámbitos de la biología
son curiosidades, mientras que en los ciliados, como en otros microorganismos,
son clave para entender lo que se observa: cambios del pH en el interior de la célula,
movimientos del citoplasma, funcionamiento de vacuolas y organelos, una
reproducción sexual compleja, y una división celular con participación diferencial
de sus dos núcleos, pero sobre todo el fascinante movimiento de la célula y de sus
cilios. En ocasiones, ese movimiento es tan sincrónico que hace honor al origen
de su nombre (del latín cilium, cilii: pestaña, pestañas), como si trataran de llamar
nuestra atención.
La diversidad de los ciliados es subestimada en todos los inventarios biológicos;
siempre hay números tan grandes que al poco tiempo se quedan cortos sobre la
cantidad de especies que existen respecto de las que se conocen (hay cifras de cerca
de 20 mil especies que representan el 25 % de las especies por conocer), como en
muchos otros microorganismos, mientras más las conocemos, más especies hay
por describir. Para México esa tarea de registrar las especies es la tarea principal:
dar a conocer para conservar es el objetivo de los biólogos. Los cambios tan severos
en los cuerpos de agua de todo tipo están afectando la distribución y presencia de
las biotas que crecen en ellos y los ciliados son una parte muy importante de esos
cuerpos de agua; su papel como los consumidores primarios iniciales, les permite
enlazar todas las redes tróficas y el flujo de energía en los cuerpos de agua, además
de contribuir a mantener parte de la estabilidad de los sistemas relativamente cerrados
(lagos, charcos, estanque).
La historia de los ciliados en el planeta es antigua y por ello son fuente inagotable
de preguntas en el ámbito evolutivo, desde su origen, su evolución morfológica,
fisiológica y ultraestructural, y en especial la diferenciación de los sistemas
de incorporación de alimento y el sistema infraciliar. Estos temas siempre ponen a
prueba los principios básicos de la evolución y, sobre todo, las explicaciones sobre
su desarrollo sin caer en las formulaciones simplistas y deterministas (“los cilios
son para moverse y comer”, por ejemplo).
En resumen, podemos estudiar toda la biología en una laminilla bajo el microscopio.
Esta guía de identificación es la mejor vía para empezar a descubrir todas las
maravillas de los ciliados de ambientes dulceacuícolas. Qué mejor que con unos
guías experimentados que expliquen las mejores vías para observar estos organismos.
Los autores son garantía de que nuestro paseo por los ciliados llegará a
término con una gran sonrisa de satisfacción y entusiasmo, y no con la frustración
de no saber lo que estamos viendo.
La biología es sobre todo un lenguaje y aprenderlo requiere no solo de práctica
(como cualquier lenguaje) sino, sobre todo, de observación (como toda disciplina):
observar organismos y asociarlos con un nombre es fundamental para entender la
biología, pues cada especie es única y es necesario reconocer todas las pequeñas
diferencias que la distinguen; sin embargo para iniciar esa comunicación entre los
organismos y sus nombres (y su significado) se requiere, nuevamente de especialistas
que puedan guiar entre cada cambio “semántico” de este lenguaje, cada
característica (palabras), cada grupo de caracteres (frases), cada descripción (oraciones)
son parte de ese intercambio que se convierte en una construcción de lo
que estamos viendo al microscopio: “Este ciliado tiene una ciliatura somática con
cirros en hileras y un citostoma apical”, palabras que cobran sentido al microscopio
si se reconoce el significado de cada una y entonces uno vuelve a sonreír de
satisfacción: ¡Euplotoides!
Saber de un grupo de organismos, convertirse en especialista, no es una actividad
irrelevante, es una necesidad nacional pues la pérdida de diversidad es acelerada
y sobre todo en estos grupos biológicos tan poco conocidos. Es una carrera
contra la adversidad en la que es necesario contar con todos los medios y apoyos
para mantener el conocimiento, registro y conservación de lo más posible. Saber de
ciliados es uno de los pasos necesarios en este país, en esa carrera y mientras más
se conozca de ellos, mejores condiciones tendremos para aumentar el inventario
de nuestros recursos naturales. La obra Géneros comunes de ciliados de ambientes
dulceacuícolas de México es una magnífica herramienta para avanzar en nuestra carrera
contra la pérdida de nuestra diversidad.
Eberto Novelo
Profesor Titular
Investigador Nacional